Este curso comienza con el estreno de nuevas instalaciones en el colegio. Una de ellas es el campo de futbol frente al edificio de Secundaria.
Se trata de un campo de césped artificial de última tecnología, que albergará parte de las múltiples competiciones de este deporte en el colegio. Además de utilizarse como campo de futbol en toda su longitud, hará las funciones de dos campos de fútbol 8.
El Mestallita, más allá de lo deportivo, ha sido para muchos centenares de alumnos de El Vedat una marca, una huella. No sólo porque en ese terreno duro, quien más quien menos, se ha dejado jirones de piel durante sus años de educación física, sino porque para muchos constituye una pieza insustituible en el subconsciente de nuestra infancia. Saint-Exupéry, cuando le preguntaban de dónde era, contestaba “soy de mi infancia”. Ese sitio físico del colegio, situado entre el aparcamiento y la pinada, representa un no-lugar en nuestra mente, un espacio atemporal, un símbolo contenedor de tantas vivencias de nuestros años escolares.
Ahora, tras decenas de años de fiel servicio, el polvoriento Mestallita se ha convertido en un flamante terreno verde con césped artificial de última tecnología, con sus líneas de colores marcando los tres terrenos de juego, porterías reglamentarias, redes y vallas. Apenas lo reconocemos. Los sentimentales nos preguntamos qué queda del valor educativo de tener que ir a por la pelota cada vez que se salía de los límites, corriendo para que no cayera pinada abajo. Ya no hay foso para saltar, ni molineta, ni pista de atletismo donde cronometar los 50 metros o pegar tres vueltas. Ni siquiera quedan esas porterías con postes de madera desproporcionadamente rectangulares, demasiado anchas y demasiado bajas. Sólo se ha respetado el cemento de las gradas… y el Mestallón que visto cómo han cambiado los papeles ya ha perdido de hecho el superlativo convirtiéndose en el diminutivo, en el campo malo. El tiempo pasa. Nos hacemos mayores, sin duda.